Año 2457. Mes de Marzo.
Día 15
Día 15
Era curioso que se hubiesen acordado de él para esta misión. Estaba a punto de cumplir los 41 años, la edad del pase a la reserva para un astronauta. Era el más veterano de la plantilla, una plantilla, todo hay que decirlo, cada día más mermada. Ya casi no se necesitaban astronautas. Podía decirse que la profesión de aventurero espacial se jubilaría con él dentro de unos días. Ya no eran necesarios. Quién iba a decir unos años atrás, que el descubrimiento de la teleportación instantánea, al mismo tiempo que poner el universo a la disposición del hombre, suprimiría también la necesidad de mantener una dotación de astronautas especializados. Y es que estos viajes ya no eran como los de antes y de las naves espaciales para qué hablar.
Las naves eran una especie de laboratorios portátiles presurizados, sin ningún indicio de motores, ni forma aerodinámica, ni nada de nada. El interior podía variar según la misión, lo único permanente era un ordenador central que asimilaba las coordenadas espaciales de cada molécula de la nave en el punto en que estaba y acto seguido las fijaba en el punto al que se querían desplazar. ¡Y ya está!, ya habían viajado. ¿Quién necesita un piloto para una mierda de nave así?.
Y las comunicaciones lo mismo. Olvídate de los 300.000 kilómetros por segundo. Ahora podías hablar de un lado al otro del universo como si estuvieses en la misma estancia y hacer llegar cualquier objeto con la misma facilidad. Claro que el que fuese fácil no quería decir que fuese barato. De hecho el transporte material sólo estaba al alcance del gobierno de la "Federación Estelar", el resto de los mortales se tenía que conformar con la transmisión de información mediante la Red Estelar (StarNet), aunque la holografía y la realidad virtual estaban tan avanzados que hacían suficientes este tipo de intercambios para la mayoría de los intereses particulares.
Estaba hablando con su mujer cuando notó un ligero topetazo, lo que no era normal, pero no le dio ninguna importancia. Luego la sensual voz femenina de Hal, el ordenador de la nave, les interrumpió:
- Perdona Arik, pero ya hemos llegado.
- Gracias Hal. Ya termino.
- Bueno cariño -continuó diciendo a su mujer-, será cuestión de ponerse manos a la obra. No sé para qué me han hecho venir. Es una misión de rutina que se podría haber realizado perfectamente desde el centro de control.
- Eso es que querían que te dieses una última vueltecita antes de quedarte en tierra. Cuando regreses no te olvides de darles las gracias.
- ¡En eso estaba pensando!. Adiós cariño.
- Te quiero -le dio un beso y se soltaron las manos. Inmediatamente la mujer desapareció.
- Bueno Hal, veamos el exterior.
Era un romántico. Hal 9000 fue el primer ordenador famoso por sus habilidades para pensar y poder llevar él solo una misión. Se trataba de un personaje de ficción, pero él había remediado tal contratiempo bautizando como Hal al ordenador de la nave. Su Hal tenía una voz femenina que siempre parecía susurrarle al oído. Y si le pedía que apareciese lo hacía como el holograma, indistinguible de la realidad, de una chica de treinta y tantos años, rubia, con poco pecho y ojos azules. La mujer ideal de su adolescencia, cuyo arquetipo conservaba como una broma más que como un deseo real.
Las paredes y todo el interior de la nave se difuminaron y de repente se vio en el exterior. Este efecto óptico había aterrorizado a más de un cadete novato a los que sus sentidos habían traicionado, haciéndoles pensar por un instante que estaban expuestos al inhóspito medio que les rodeaba.
Un desierto agreste y rojizo apareció a su alrededor, con dos promontorios muy cerca de ellos y un ancho valle al otro lado.
- ¡Que asco de planeta!. ¿Seguro que estas eran las coordenadas de aterrizaje?.
- La verdad es que no -respondió Hal-, pero este planeta tiene una anomalía en su órbita con la que no contábamos. La estoy analizando en breve te podré dar más datos.
- ¡Pues empezamos bien!, por poco nos comemos esos dos promontorios. ¿No te puedes desplazar a ese valle?.
- No sin conocer todos los detalles de la órbita. Sin ellos no puedo establecer las coordenadas de llegada y volvemos a correr el mismo riesgo.
- ¡Perfecto! -dijo con resignación-. ¿Alguna alegría más?.
- Los datos de temperatura, gravedad, etc, son los que esperábamos. Sin embargo la actividad electromagnética no es normal.
- ¿Pero quién coño ha elegido este planeta?. ¡Y mi mujer quería que les diese las gracias por mandarme aquí!. -Respiró hondo- Me da miedo preguntarlo, pero... ¿hay algo más?.
- No Arik, estate tranquilo. Sólo tengo que analizar los datos orbitales y ver la causa de la anomalía electromagnética. Dame tiempo y lo tendré todo bajo control.
- Vale, pero ten en cuenta que el 23 tenemos que estar de vuelta.
- Lo intentaré.
- Nunca te pillas los dedos ¿eh?. Venga, ponme con el control de la misión.
- ¿Te había comentado que no tenemos comunicaciones?.
La barbilla se le quedó colgando en una mueca poco inteligente mientras miraba, sin ver, los vehículos de superficie que Hal estaba mandando a colocar los sensores, que eran el objetivo fundamental de la misión.
- ¿Cómo que no tenemos comunicaciones?. ¡Nunca fallan las comunicaciones!, ni durante el salto. Cualquier imbécil lo sabe.
- De hecho durante el salto tampoco hay comunicaciones, pero como es instantáneo...
- ¡No me vengas con lecciones ahora! -interrumpió Arik-. ¿Por qué no tenemos comunicaciones?.
- Creí que lo habrías entendido. La órbita es anómala, no puedo calcular nuestra posición con exactitud. Y no podemos mandar ni recibir nada mientras no especifiquemos los datos del origen y destino de la transmisión.
- Trabaja con ello o te juro que te desconecto. ¿Quién me mandaría ponerte Hal?.
- Me tendrás que enseñar antes la canción de Daisy.
- ¡La conoces perfectamente!. Cierra el pico y trabaja.
No estaba asustado ni enfadado, los dos lo sabían, pero de vez en cuando le gustaba hablarle así a Hal, le hacía sentirse más dueño de la situación y a ella no le importaba. Además te seguía dando todas las malas noticias sin perder la compostura y con la misma cálida voz. De todos modos era una paradoja que en su última misión fuese a tener una verdadera aventura que contarle a sus nietos, aunque quizás sería mejor plantearse primero la idea de tener hijos.
Al cabo de un par de horas de comentarios sarcásticos (a él le distraían y a Hal no le afectaban en su rendimiento) el ordenador le anunció que ya estaban restablecidas las comunicaciones y que tenían una llamada de Control.
- Bien, hazme aparecer con traje de vuelo -dijo Arik tocándose la cara-. ¡Ah! y afeitado.
Arik, permaneció en calzoncillos y con el rostro ligeramente sombreado por los pelillos que comenzaban a salir, pero al otro lado recibirían la imagen de un apuesto piloto de película, recién afeitado y sin ojeras. Punto éste que Hal había decidido remediar por su cuenta.
Ante Arik apareció la enjuta figura del Comodoro Drake, el director de la misión.
- Hola Arik. Nos tenías preocupados. ¿Cómo estás?.
- Bien gracias. Hal se ocupa de todo. ¿Fue suya la idea de venir aquí?.
- No únicamente. Verás, hay unas cuantas cosas que no te hemos contado.
- Me lo estaba imaginando, siga.
- La Federación está ensayando una arma definitiva, algo capaz de destruir un planeta entero si fuese necesario.
- ¡Pero si hace años que no estamos en guerra con nadie!. No tenemos enemigos -interrumpió Arik.
- El que no los tengamos ahora no quiere decir que no los tengamos en el futuro. Ya sabes cómo piensan en la Federación. Además el invento no sólo tendrá utilidad bélica, servirá también para destruir asteroides que puedan colisionar con nuestros planetas... y bueno, cosas así.
- Ya, ¿y en qué consiste?.
- Es secreto y de todos modos no te lo podría comentar por aquí. Pero para que te hagas una idea te diré que se basa en la teleportación.
- Es decir, definitivo e instantáneo ¿no?.
- Exacto. Y para probarlo hemos elegido el planeta más estéril de toda la galaxia. Pero antes de destruirlo queremos estar seguros de que no alberga ninguna forma de vida, ni contiene ningún elemento que nos pueda hacer falta, ni que su destrucción provoque un caos en su sistema. Y todo eso, estimado Arik, es lo que estais comprobando Hal y tú.
- Puede que sea el planeta más estéril, pero tiene muchas particularidades. ¿No las habían detectado?.
- Sabíamos que la órbita es anormalmente inclinada respecto al plano ecuatorial de su sol, pero eso es un dato que parecía tener poca importancia. Desconocíamos los otros datos que Hal descubrió. Estamos realizando un volcado de toda la información y procederemos enseguida al análisis.
- Bien, ahora que ya tenemos comunicaciones no hay problema. ¿alguna cosa más?.
- Bueno... -dijo el Comodoro con cara de estar eligiendo las palabras para decir algo poco agradable.
- No sé por qué pregunto -agregó Arik con fastidio.
- Puede que a la vista de las circunstancias la misión se alargue unos días.
- ¡Aaaaaah, no!. ¡Eso sí que no!. Se buscan ustedes a otro y lo traen a esta colonia de vacaciones. ¡Yo me retiro el 23!.
- Tranquilo, sólo es una posibilidad. Te tendremos informado.
Arik hizo como que no veía la mano que le tendía, e instantes después la figura del Comodoro desapareció.
- Hal, ¿se puede destruir un planeta por teleportación?.
- Bueno, parece ser que sí. Se me ocurren varias maneras. La teleportación consiste en hacer desaparecer un objeto de su punto de origen y hacerlo aparecer en su destino. Si eliminamos la segunda parte el objeto desaparece y no vuelve a aparecer, pero eso va en contra del principio de conservación de la materia. Así que todo lo que desaparece de un sitio tiene que aparecer en otro. Se podría solucionar haciéndolo aparecer en el seno de una estrella, o un agujero negro, pero sería costosísimo y muy peligroso. También podrías fijar una esfera, de digamos un kilómetro de diámetro, del núcleo del sol y teleportarla al núcleo del planeta. Ello no afectaría a la estrella y haría estallar el planeta. Pero no es una solución limpia. No estoy segura pero ya estoy trabajando sobre ello.
- Gracias, nos interesa conocer qué demonios están planeando. ¿Sabes?, no me fío de esta gente.
- Y hablando de todo un poco -continuó-, veo que ya has solucionado los problemas orbitales.
- He determinado las pautas pero aún no las comprendo. Verás, la órbita de este planeta es anómala, pero eso ya lo sabíamos. Con lo que no contábamos es que su velocidad es variable.
- Ya, acelera al aproximarse a los puntos focales y decelera cuando se aleja ¿no?.
- Pero no sólo eso, hay otros puntos en los que acelera y decelera sin motivo aparente.
- Bueno, tienes un par de días para resolverlo, si no ya sabes que el enigma desaparecerá con el planeta.
- No me dejas mucho tiempo.
- No es problema mío. Ya has oído al Comodoro. ¿Has averiguado algo de la anomalía electromagnética?. Puede que estén relacionadas, ¿no?.
- Es posible. Mañana comenzaremos a recibir datos en los sensores.
- Bien. Ponme con mi mujer y luego me iré a dormir.
Al cabo de un rato apareció sonriente la figura de su esposa. Le contó por encima los últimos sucesos y, luego de unos minutos, se fue a dormir. A ella le gustaba saber cómo iban sus misiones y con esto de la StarNet podían hablar en cualquier momento.
Día 16
Dormía plácidamente cuando algo le tocó el hombro. Se despertó y vio a Hal inclinada sobre él. Estaba preciosa con su traje de vuelo.
- ¡Qué ocurre Hal! -Era extraño que se materializase sin que él se lo pidiese y si ella había querido hacerlo es que pasaba algo importante.
- Creo que tenemos un problema. Algo está interfiriendo nuestros sensores.
- ¿No funcionan?. ¿Se han averiado?.
- Funcionan perfectamente, pero alguien los interfiere.
- ¿Que quiere decir alguien?. No hay nadie más aquí.
- Ese es el problema.
Hal le explicó los últimos acontecimientos. Hacía una horas que los sensores habían comenzado a trabajar transmitiendo los datos. Se había perforado la superficie para analizar la composición y colocar equipos a distintas profundidades. Se estaban realizando pequeñas explosiones para analizar la estructura de la corteza. Y los datos se estaban enviando al laboratorio, dónde Hal los analizaba y reenviaba a Control.
Lo primero que llamó la atención de Hal fue la gran cantidad de energía que se estaba acumulando alrededor de los vehículos de superficie. Fenómeno que acabó impidiendo que en el laboratorio se siguiesen recibiendo los datos de los sensores.
- ¿No puede ser un fenómeno natural? -preguntó Arik.
- No creo. Cada zona era normal antes de comenzar a trabajar. Sólo poco tiempo después se comenzó a formar un circulo de energía alrededor de cada vehículo de exploración, aislándolos e impidiendo su funcionamiento. He lanzado unas sondas aéreas y he comprobado que los vehículos están intactos, aunque no podemos comunicar con ellos.
- ¿Has mandado estos datos a Control?.
- Sí. Los están analizando. Nos llamarán.
- Bien, pásame los datos al escritorio. Voy a ver qué encuentro.
Pasó el resto de la mañana trabajando con holografías de los vehículos de superficie. Examinando las cargas y el potencial eléctrico que se había desarrollado a su alrededor. Tenía la sospecha de que el planeta había desarrollado una reactividad especial y había respondido a la agresión de los sensores, aislándolos como un animal que enquista el aguijón de la abeja que le ha picado. Mira por donde el planeta más estéril de la galaxia no era el simple trozo de roca que parecía ser.
En el fondo estaba muy contento porque resultaba evidente que la Federación no podría seguir adelante con sus planes. Suspenderían la misión y él regresaría a casa.
Era mediodía, estaba silbando y se estiraba cuando la voz de Hal le anunció que su amiga Verónica le llamaba por StarNet. Le alegró, Verónica y él eran amantes, cyber-amantes mejor dicho. Nunca se habían visto realmente. Habían coincidido un par de veces en la red y se habían hecho amigos, lo otro fue una consecuencia lógica. En la Red no hay las inhibiciones de la vida real, uno tiene menos problemas para contar cosas, para abrirse... Curiosamente, mantener este tipo de relaciones por la Red, nunca le había hecho sentirse infiel respecto a su mujer. Eran dos mundos distintos.
- Perfecto. Apareceré con pantalón de pijama, pelo mojado y una toalla sobre los hombros.
En una nave que se recicla todo era impensable secarse con una toalla y desperdiciar tontamente el agua. No era creíble, pero le apetecía dar esa imagen.
Ante él apareció Verónica con una bata de noche, sentada al borde de la cama. Se levantó al verlo, se abrazaron y se besaron. Ella sintió su tacto de piel húmeda, acarició su pelo mojado e inspiró para captar todo su aroma. Arik supo que la buena de Hal había seguido todas sus instrucciones y además le había puesto colonia.
Toda la nave estaba equipada con dispositivos que permitían este tipo de interacciones normales. Además había una cámara de "intercambio personal" dónde la virtualidad no se distinguía de la realidad. Uno podía hacer el amor, pelearse a puñetazos o cualquier otra cosa, en condiciones sorprendentemente parecidas a las reales.
- Estas más guapa que nunca. ¿Cómo lo consigues?.
- A ti tampoco parece irte mal.
Se sentaron al borde de la cama.
- No creas, últimamente no paro.
- Ya, y por eso no me has llamado.
- Mira, ahora mismo estoy en la otra punta de la galaxia. Me pillas de casualidad.
- Bueno, el caso es que últimamente he pensado mucho en ti. Estoy escribiendo un artículo sobre la exploración espacial y me gustaría contar con tu punto de vista.
- Claro, cuando quieras. Pero ya sabes que soy un astronauta un poco chapado a la antigua. Para mi los viajes espaciales de ahora carecen de romanticismo. Está todo absolutamente programado, no hay imprevistos, no hay lugar para el lucimiento del protagonista. Mira, si te contase en qué consistía la misión en la que estoy ahora te morirías de la risa. ¡Fíjate que creo que se suspenderá porque han aparecido unas cosas con las que nadie contaba!.
- Precisamente es de todo eso de lo que quería hablar. La gente parece haber olvidado el mérito que tenían los astronautas que iniciaron la exploración del espacio hace quinientos años.
La figura femenina de Hal apareció algo detrás de Verónica, lo justo para que ésta no la viese. Le hizo una seña. Algo ocurría. No parecía muy urgente, pero cuando Hal aparecía...
- Preciosa. Te prometo que en cuanto termine esto te ayudaré, pero ahora tengo que dejarte. He de trabajar un rato.
- Si no hay más remedio..., pero que no se te olvide.
- Nunca te olvido -dijo Arik. Y apartó la bata para besarla en el hombro y subir acariciando el cuello con la punta de la lengua hasta la oreja. Cuando la imagen de Verónica desapareció, sonreía y tenía el vello de punta. Otro día pasarían a la cámara personal.
- Bien, oportuna -dijo a Hal-, espero que sea importante.
- Lo es.
Temía esa respuesta.
- Arik, algo ha destruido tres de los vehículos de superficie.
- Explícate.
- La especie de burbuja electrónica que tenían a su alrededor parece haberse estrechado sobre ellos hasta desintegrarlos. Era un auténtico campo de fuerza.
- ¿Y los otros?.
- Los otros parecen estar bien, aunque sigo sin poder tener control sobre ellos.
- ¿Qué hacían los vehículos destruidos?.
- Colocaban cargas explosivas bajo la superficie. Provocamos ondas sísmicas para estudiar la estructura subterránea en profundidad.
- Ya, ya conozco el mecanismo. Y los otros vehículos, los sensores pasivos, no han sufrido daños, ¿no?.
- Aparentemente no.
- Hal, ¿no te das cuenta?. Ha sido un acto defensivo. Este planeta parece haber desarrollado un mecanismo reactivo contra las agresiones externas. Se ha defendido de nosotros. Ha hecho lo mismo que cualquiera al que le pica un mosquito... matarlo.
- Lo mismo que cualquiera que esté vivo.
- Hal este planeta es muy particular. Hay muchas cosas que desconocemos.
- Hay... otra cosa.
Este tipo de anuncios ya no le hacían tanta gracia como ayer.
- Detecto una inusitada actividad eléctrica alrededor del laboratorio. Lo que sea parece habernos relacionado con los vehículos de superficie.
- ¡Estamos listos!. ¿Cuánto tiempo nos queda hasta quedar aislados?.
- El proceso no es muy rápido. Tal vez seis horas.
- Bien, intentemos ganar tiempo. Traslada el laboratorio al valle y ponme en contacto con Control.
Al cabo de unos minutos estaban en una nueva ubicación y la figura del Comodoro Drake ocupaba el centro de la estancia.
- ¿Qué opina de todo esto, Comodoro?.
- Sólo tenemos incógnitas. Tu teoría es interesante pero no tiene ningún fundamento.
- ¡A la mierda los fundamentos!. Sea un proceso natural o motivado por algún tipo de inteligencia, este jodido planeta se está defendiendo de nosotros. ¡Y lo bueno del caso es que lo está haciendo con razón!.
- Arik, cálmate. Nosotros tampoco descartamos ninguna posibilidad. Estamos barajando todas las explicaciones, pero necesitamos tiempo.
- ¡No tenemos tiempo!.
- Ya lo sé. De momento os sacaremos de ahí. El campo de fuerza que se forma a vuestro alrededor no es el único problema con el que os enfrentáis.
- ¿Qué más pasa?.
- Hemos descubierto que las perturbaciones de la velocidad orbital están relacionadas con una nube de polvo y rocas que el planeta atraviesa.
- ¿Me está diciendo que nos veremos envueltos en una tormenta de arena, o en una lluvia de granizo del tamaño de un huevo de avestruz?.
- Probablemente las dos cosas, no estamos muy seguros. De todos modos no lo verás. Estamos pasando a Hal los detalles de un último experimento que queremos que haga y os sacaremos de allí antes de que empiece el jaleo.
- Eso espero. Seguiremos en contacto.
Se dieron la mano y se cortó la comunicación.
- Hal, ¿qué experimento quieren hacer ahora?.
- Quieren que le pase al planeta un test de inteligencia.
No era una broma. Hal estaba ya transmitiendo secuencias de impulsos, descargas de distintos tipos... Toda la batería de pruebas que se utiliza habitualmente en los procesos de búsqueda de seres inteligentes. Si el planeta estaba de algún modo vivo, probablemente sería una forma primitiva que, cómo el había supuesto, se defendía por actos reflejos. Pero no se podía descartar ninguna posibilidad.
Lo que sí es cierto es que no se podían considerar los últimos sucesos como hechos aislados, así que empezó a relacionar. Si el planeta estaba vivo, necesitaría energía para las funciones vitales que fuesen. La fuente principal de energía parecía ser el sol, pero eso no parecía suficiente en este caso. Probablemente la desviación de la órbita tuviese que ver con un proceso para maximizar el rendimiento energético. Igual que los anómalos cambios de velocidad. Según había comprobado el planeta deceleraba cuando pasaba por la nube de materia y comenzaba a acelerar cuando terminaba de pasarla. Si pasar por esta nube le suponía un suministro energético, era lógico que aprovechase al máximo el tiempo que estaba en ella y luego se apresurase para volver a "comer".
Estaba desvariando. La soledad y el hablar sólo con un ordenador estaban mermando su capacidad de percibir la realidad.
- Hal, ¿cómo afecta pasar por esa nube de rocas al balance energético del planeta?.
- Puede ser una gran aportación. Calculo que primero se producirá un efecto de rozamiento que cargará electricamente la superficie. Y segundo las rocas al caer liberarán una gran energía. Las rocas grandes serán como bombas nucleares. Si este planeta te parece inhóspito, tendrás que verlo dentro de unos días.
- Espero que no. Pero, si estuviese vivo ¿toda esa energía sería suficiente para cubrir sus necesidades?.
- No lo sé. No sé cuales son esas necesidades. ¿Pensar?, ¿hablar?, ¿sentir?, ¿amar?... Es la primera vez que me planteo semejante hipótesis. Estoy algo desconcertada.
- Bien, sigue con tus pruebas. Avísame en cuanto sepas algo.
Si hubiesen descubierto un nuevo ser vivo ¿cómo les afectaría eso?, ¿cómo afectaría al resto de razas conocidas?. ¿Era el primer caso o se habrán detectado otros precedentes?. ¿Que pensaría la gente de que su planeta pudiese actuar por su cuenta?...
Una violenta sacudida le sacó de sus meditaciones. Probablemente una roca había caído cerca de ellos.
- ¿Qué ha sido eso?.
- Estamos decelerando -contestó Hal.
- ¿Qué?. Faltan días para llegar a la nube.
- Lo sé, pero deceleramos.
Las sacudidas continuaban. Se veía zarandeado de un sitio a otro del laboratorio.
- ¿Cómo lo hace?.
- Manipula las fuerzas de gravedad, cambia la polaridad magnética, aprovecha que su órbita en este momento cruza la del planeta vecino y parece como si se agarrase a él. Es muy complicado. Voy almacenado todos los datos que puedo.
- ¡Exterior! -gritó Arik.
Las paredes se desvanecieron y pudo contemplar cómo todo el paisaje hasta el horizonte se agitaba violentamente.
- ¡Daños!.
- Ninguno -respondió Hal-. Pero el laboratorio no está preparado para soportar un terremoto continuado. Confío en que cuando pasemos la órbita del planeta vecino la velocidad se estabilice.
- No podemos estar todo el día así. Avisa a Control para que nos saque de aquí.
- ¿Te he comentado que no tenemos comunicaciones?.
- Hal, te quiero mucho, pero recuérdame que cuando lleguemos revise tu sentido del humor.
- No podré restablecerlas hasta que se estabilice la velocidad.
- Ya sé, ya sé, lo de las coordenadas y todo eso. ¿No podíais haber pensado antes este tipo de problemas?.
- Es la primera vez que ocurre algo así. Una contingencia imprevisible.
- Excusas.
- Arik, se está formando un campo de fuerza a nuestro alrededor.
- ¡Lo que faltaba!. ¿Podremos partir antes de que nos aprese?.
- No lo sé. No podré hacer nada hasta que la órbita se estabilice.
Lo cual no parecía que estuviese a punto de ocurrir, a juzgar por los saltos que daba todo el laboratorio. Cada vez le quedaban menos dudas sobre la inteligencia del planeta. Parecía haberles tendido una trampa. Estaba seguro de que la órbita no se estabilizaría hasta que el campo de fuerza estuviese completamente cerrado a su alrededor. Cosa que así fue.
- Arik, estamos aislados.
- ¿Ningún contacto?, ¿comunicaciones?, ¿nada?.
- Nada. Puedo determinar nuestra posición, pero no podemos atravesar el campo, no podemos salir ni comunicarnos con el exterior.
- ¿Qué has averiguado sobre el planeta?.
- Creo que tenías razón. Está vivo. He descubierto una gran cantidad de sustancias piezoeléctricas. Los bombardeos periódicos con rocas producen también grandes presiones que provocan descargas eléctricas en estas sustancias. Arik, este planeta normalmente está en reposo, pero cuando despierta, su actividad eléctrica es casi cerebral. Este planeta es una gigantesca mente.
- ¿Cómo puede ser eso posible?.
- No lo sé. Piensa en el tejido cerebral. Millones de neuronas interconectadas que intercambian pequeñas descargas eléctricas. Un fenómeno físico perfectamente estudiado, del que nadie sabe como surge la actividad mental. Parece que de la misma manera este planeta un buen día arrancó a pensar.
- Hal, te tienes que comunicar con él, ¡y rápido!.
- No es fácil. El principal problema es que nos identifique como seres inteligentes. Somos muy distintos, es probable que sólo nos considere una molestia.
- Inténtalo, no sólo es nuestra supervivencia, también es la suya.
- Lo estoy haciendo. He detectado que en sus períodos de actividad se intenta comunicar con los planetas vecinos. Intento identificar sus pautas para ponerme en contacto con él.
- ¿Le ha respondido alguno?.
- Creo que no, pero hay uno que parece receptivo.
Esto era una locura. Les tenía atrapados un planeta que no los consideraba seres inteligentes y que intentaba comunicarse con otros planetas. ¿Podría ser una revolución planetaria?. ¿Sería posible despertar las conciencias de los demás cuerpos celestes creando un universo vivo?. ¿Qué sitio tendrían en él los pobrecitos seres orgánicos basados en la química del carbono?. Aunque no podía comunicarse con ellos, sabía que en Control se estaban haciendo esas mismas preguntas y estaba seguro que las conclusiones a las que llegasen no serían demasiado buenas para él.
Día 17
- Arik -llamó Hal. Se había quedado dormido. El holograma estaba de pie a su lado y sonreía ampliamente. Sólo esperaba malas noticias, pero no creía que nada pudiese empeorar más.
- No es posible que haya muerto. Tú no estarías en mi cielo.
- Lo he conseguido. Estamos en contacto. De manera rudimentaria pero hablamos. Estoy aprendiendo su lenguaje, por llamarlo de alguna manera. Es ideográfico y a base de sensaciones. Nunca ha hablado con nadie, no conoce palabras.
- Convéncele para que quite el campo de fuerza, dile que cuando nos podamos comunicar con los nuestros le podremos ayudar, dile...
- Tranquilo -interrumpió Hal-. No puedo decir todo eso, son ideas muy complicadas, tengo que transmitirle sensaciones simples.
- Vale, pero asegúrate de que no nos destruirá.
- Bien, pero llevará un buen rato. Su tiempo es distinto del nuestro. Tiene millones de años y en cambio es un niño. Su "organismo" está enormemente ralentizado y pasa grandes períodos de tiempo como en hibernación para ahorrar energía. Llevo unas horas en comunicación con él y me temo que lo estoy agotando.
- Sigue haciendo lo que puedas y tenme informado. Cuando tengas posibilidad de comunicación pásame con Control.
- Arik, hay algo que creo que debo decirte.
- Ya sé que no tenemos comunicaciones.
- No es eso. Cuando me pasaron las últimas instrucciones hicieron especial énfasis en que averiguase si nos estábamos enfrentando a algún tipo de inteligencia, si se podía comunicar y en caso positivo, que repercusiones podría tener sobre el resto de la ecología universal.
- Me parece lógico.
- Creo que a la vista de las circunstancias se proponen destruirlo.
- No creo. Es normal que sean muy cautos hasta saber con qué tipo de amenaza se enfrentan. Mantendrán el caso en secreto. No nos haremos famosos por nuestro descubrimiento. Aislarán la zona y mandarán gran cantidad de equipo para estudiarlo, pero no lo destruirán.
- Me temo que la decisión está tomada. Creo que no es el primer caso que se encuentran. No parece que nuestra misión aquí haya sido casual. Las instrucciones que me dieron fueron extremadamente precisas. No me informaron del objetivo de las investigaciones, no necesitaban hacerlo, pero no hubiese podido comunicarme tan rápidamente con el planeta si no me hubiesen facilitado unos protocolos determinados.
- No pueden ser capaces de destruir un forma de vida inteligente que, en principio, no presenta ninguna amenaza.
- Creo que ya lo han hecho en otras ocasiones. Estoy examinando mis bancos de datos. Puede que algunos de los últimos experimentos de terraformación y modificación de planetas tenga que ver con casos como el nuestro.
- Míralo. Cuando estés segura me lo dices. No podemos consentir una cosa así.
¡Qué fregado!. ¿Cómo se podía meter en un jaleo semejante justo cuando estaba a punto de retirarse?. Retirarse... ¡Esto sí que iba a ser un retiro sonado!.
Se sorprendió de su actitud. No tenía miedo ni dudó un momento de la decisión a tomar. Estaba renunciando a todos sus proyectos, al futuro cómodo y tranquilo que le esperaba, a su mujer, a los hijos que esperaba tener, a los nietos a los que contar su increíble aventura...
- Hal, ¿qué posibilidades de supervivencia tenemos?.
- La energía está asegurada durante un año. Los recursos biológicos dependen del reciclaje. Con seguridad otro año.
- Si se deciden a destruirnos, ¿podremos eludir el ataque?.
- Aprovechando los medios de Buscador podemos variar aleatoriamente la velocidad de traslación y incluso la trayectoria orbital. No podrán ubicarnos durante tiempo suficiente para efectuar la teleportación de lo que sea.
- ¿Aprovechando los medios de quién?.
- El planeta se llama a sí mismo algo que se podría traducir como "el que busca en la oscuridad".
- ¡Qué romántico!. Envíale mis saludos.
- De momento, piensa que sólo soy yo. Le voy dando informaciones muy poco a poco.
¡Vaya compañía!. Un ordenador y un planeta impresionable. Menos mal que Hal podía dominar este tipo de situaciones.
Pero ahora lo importante era asegurarse el futuro. Por lo menos el planeta ya no parecía considerarlos como una amenaza. Tenían que aguantar hasta que el resto del universo los aceptase. No parece que en un año pudiesen cambiar tanto las cosas. De todos modos no sería tan grave si podían mantener un mínimo control sobre velocidad y trayectoria. En la próxima órbita se acercarían lo más posible al sol, aprovechando la fuerza centrífuga y salir disparados fuera del sistema. Eventualmente harían reajustes de trayectoria para evitar ser localizados. Conociendo estos datos Hal podría calcular su posición en todo momento y podrían desplazarse con el laboratorio a cualquier sitio a buscar provisiones o lo que necesitasen y luego regresar. A su velocidad calculó que tardarían unos 150 años en llegar a la estrella más cercana, la podría ver si se hibernaba, pero ahora lo que más ilusión le hacía era intentar comprender al nuevo ser que habían descubierto.
Día 18
Hal se pasaba el día hablando con Buscador. Le había convencido de sus buenas intenciones. Aún no había retirado los campos de fuerza, pero lo haría, simplemente era un problema de coordinar el tiempo. El planeta no tenía prisa. Le costaba asimilar un ser tan diminuto. De momento no sabía que eran dos y que el laboratorio era su casa, porque él no tenía una idea para casa. Cuando le explicase que, de los dos que le hablaban uno era un ser vivo y el otro no, Arik estaba seguro de que asimilaría que el ser vivo era el ordenador y él un simple instrumento. Un planeta de rocas tendría menos problema en relacionar como un ser vivo semejante a él, a algo que es de metal, plástico y silicio, que a una frágil estructura de materia extremadamente blanda y desconocida. Confiaba que Hal le enseñase rápidamente el concepto de tolerancia.
- Buscador dice que vamos a entrar en la nube de rocas.
- ¿No faltan aún varios días?.
- El último ajuste de órbita aceleró el proceso.
- ¿Cuándo entraremos entonces?.
- Él dice que es inminente. Calculo que será mañana a partir de las 13:00.
- ¿Qué posibilidades tenemos de sobrevivir si permanecemos aquí?.
- En las condiciones actuales ninguna. Él no lo entiende. No comprende que la lluvia de rocas nos pueda destruir. De hecho la quiere compartir con nosotros.
- Dile que libere el campo de fuerza. Nos iremos y volveremos cuando pase la nube.
- No es tan fácil. Se mueve muy lentamente. No habrá terminado de liberar el campo antes de atravesar la nube.
- Entonces calcula la intensidad que habría de tener el campo para protegernos de la lluvia y dile que lo refuerce hasta alcanzar esa intensidad. Y explícale como quieras que si no lo hace sus nuevos amigos morirán de un empacho.
Hal examinó la memoria del planeta para hacerse una idea real de cómo sería la lluvia de rocas. Examinó el espacio. Estudió la composición de la nube. Calculó masas y velocidades. Tradujo a energía. Y logró explicar a Buscador qué necesitaban para poder compartir con él las rocas. Tuvo la sensación de que el planeta se sentía feliz de ayudarles.
Entre los dos modificaron el campo de fuerza que envolvía al laboratorio. Éste se situó en posición estacionaria a ciento cincuenta metros sobre la superficie del planeta. Así esperaron la llegada de la lluvia.
Días 19, 20, 21 y 22
Hal le aseguró que no tenía nada que temer, pero Arik estaba temblando. Las paredes del laboratorio eran transparentes y el campo de fuerza no se veía. Tenía la impresión de estar flotando en el aire mientras veía acercarse una informe masa grisácea que le recordaba un inmenso enjambre de abejas.
Primero se vieron envueltos por una especie de tormenta de arena que producía un zumbido aterrador. Entre la arena que caía y el polvo que se levantaba no podía ver nada, así que le pidió al ordenador que filtrase las imágenes y sólo le ofreciese los fragmentos de más de un metro. La imagen se clarificó repentinamente, justo a tiempo para ver una gran roca que caía en el horizonte. Calculó que habría levantado una gran cantidad de materia, formando un hongo parecido al de una explosión nuclear, pero como Hal filtraba las imágenes sólo pudo ver volar los fragmentos más grandes, en una escena tremendamente irreal. No había atmósfera, así que las rocas no se ponían incandescentes ni dejaban una estela de fuego tras de sí.
Inmediatamente se fijó en una montaña que venía girando hacia ellos como en cámara lenta. No había campo de fuerza que resistiese semejante impacto directo. Pero no sentía miedo, fascinado como estaba por la impresionante belleza de la escena que vivía. La montaña cayó a varios kilómetros de ellos, pero con semejantes tamaños perdía la noción de las distancias. Pudo ver claramente el impacto, cómo se fundían las rocas por el calor liberado. Pudo oír un ruido ensordecedor y terrible. Vió formarse un cráter y luego rellenarse por la materia que seguía cayendo.
Perdió la noción del tiempo y la capacidad de asombro. Se sumergió en un sueño irreal y se dejó llevar por las sensaciones.
Permaneció como en estado catatónico los tres días que duró la lluvia. Luego por fin se rindió a la fatiga y estuvo dormido un día entero.
Día 23
Cuando despertó vió a Hal sentada al borde de su cama.
- Hola Hal. Ha sido maravilloso ¿eh?.
- Increíble. Lo tengo todo grabado y estoy analizando los datos.
- ¿Y Buscador?.
- Podría decir que descansa. Si sólo comieses una vez al año, ¿como estarías tú nada más terminar el postre?.
- ¿Tenemos ya comunicación?.
- Sí, he pasado los datos a Control. Querían hablar contigo pero he preferido no despertarte.
- Eres un encanto -se incorporó y le dió un beso-. Ponme con ellos y mientras tanto localiza a mi mujer.
- Arik, te prevengo que no parecen atenerse a razones. Les he explicado nuestros progresos, que nos comunicamos, que Buscador nos está ayudando... Creo que siguen con la misma idea.
- Bueno, no tengo ganas de discutir. Envíales un holograma mío explicándoles que no tengo ninguna intención de abandonar este planeta hasta que esté asegurada su supervivencia. Y que haré pública su historia si no lo hacen ellos. Hazme parecer muy enfadado. Y ahora ponme con mi mujer.
Su mujer tenía los ojos llorosos y le miraba con sorpresa e incredulidad.
- ¡Cariño!. ¿Eres tú de verdad?.
- Claro pequeña -le dijo abrazándola-. ¿Por qué lloras?, ¿no estás contenta de verme?.
- ¡Oh, Arik!. Me acaban de decir que has muerto.
- ¿Quién te ha dicho eso?.
- El Comodoro Drake llamó hace unos minutos. Y las noticias dicen que el planeta en el que estabas estalló en pedazos antes de que pudieses abandonarlo. Imagínate, ¡el día de tu cumpleaños!.
- Mi cumpleaños... cariño, lo había olvidado. No te preocupes, no pienso morirme semejante día.
Le contó someramente lo que había pasado. No le dió muchos detalles por su propia seguridad. Pero le explicó que no podría volver hasta que reconociesen su error y rectificasen la noticia.
Luego, abrazados como estaban, pasaron a la cámara personal y se amaron. Con mucha intensidad y sin precipitaciones. Lamió cada centímetro del cuerpo de su mujer, paladeando su sabor, embriagándose con su olor, empapándose con su sudor, sumergiéndose en su calor... Atesoraba sensaciones con la vehemencia del que sabía que quizás fuese la última oportunidad para hacerlo.
Luego, con lágrimas en los ojos, se besaron y se despidieron sin un adiós y con un "¡Te quiero!" que todavía le resonaba en los oídos cuando su mujer desapareció.
Tardó unos minutos en reaccionar, pero al final su entrenamiento de astronauta se impuso sobre sus emociones.
- ¡Hal, nos vamos! -dijo saliendo de la cámara. Se quedó boquiabierto en la puerta. Hal sostenía una tarta de cumpleaños llena de velitas y a su lado había un niño de unos diez años.
- ¡Feliz cumpleaños! -dijeron a coro.
- Arik, te quiero presentar a Buscador. Que por cierto, dice que ya encontró lo que buscaba y se quiere cambiar el nombre.
Arik se acercó muy lentamente al niño. Lo tomó en sus brazos y lo besó. Sabía que era un holograma y también sabía que Hal traduciría esta expresión de afecto para que Buscador la entendiese.
- ¡Hola pequeño!. Tenía muchas ganas de conocerte. Has tenido suerte, Hal conoce el significado de todos los nombres en cada una de las lenguas del Universo. Encontraremos alguno que te guste.
- ¿Como puedes ser tan mayor con tan pocos años? -dijo el niño.
Arik no pudo contener la risa. Miró a Hal, que le devolvió una expresión que indicaba claramente que traducía lo mejor que podía. Nunca era tarde para enfrentarse a la sinceridad infantil.
- Es una larga historia que te prometo que te contaré. Pero ahora tengo que soplar las velas. ¿Cuántas hay Hal?.
- Cuarenta y una.
- Negativo. Son treinta y once. A partir de ahora tenéis que emplear esta notación para referiros a mi edad.
- Arik, empleo el sistema binario para contar y luego lo expreso en base diez. No puedo decir treinta y once de ninguna de las dos maneras.
- Muchacha, las matemáticas no lo son todo -apagó las velas de un soplido. Y siguió, mirando al infinito y poniendo voz trascendente:
- Scotty, quiero máxima potencia en los impulsores. Uhura, comunique al Mando Estelar que partimos y que ni piensen en seguirnos. Señor Zulu, avante a toda. Señor Spock... tengo la corazonada de que nos vamos a divertir en este viaje .
- ¿Qué dice? -preguntó el pequeño.
- Cita a los clásicos, ya te acostumbrarás. Significa que está contento -contestó Hal.
- ¿Qué cuchicheáis vosotros dos?.
- Nada, sólo que .... no cree que seas una buena compañía y no está seguro de poder pasar contigo ni un millón de años.
- Tranquilízale, dile que esto sólo me durará 40 ó 50 años más. Luego prometo contenerme.
¿ F I N ?
Es muy intrigante!
ResponderEliminarquienes son los personajes?
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