... y otros cuentos, por Julio de Miguel Madrazo, ibm9001@gmail.com

Aquí tienes una breve reseña de mis cuentos en este blog y más abajo los encontrarás, por si te apetece leerlos.

Si quieres reproducirlos debes citar la fuente y mandarme un correo para añadir un enlace a tu publicación.

EL OBSERVADOR: Soy agnóstico, pero a veces siento necesidad de creer en algo. En este cuento reconcilio mis deseos con la realidad, mi inconsciente con la propia conciencia.

¡FELIZ CUMPLEAÑOS!: Es la historia de un astronauta chapado a la antigua, que tiene una última misión que realizar antes de cumplir la edad de pase a la reserva. Es algo largo, así que ten poco de paciencia y te recomiendo que sigas hasta el final. ¡Lo mejor de mis narraciones es cuando se terminan!.

NOTA: Me resulta curioso que a algunos os haya extrañado el nombre que le puse a la cibernauta que aparece en la historia, Verónica. No pretende ser ninguna alusión bíblica, simplemente ocurre que Verónica significa "auténtica imagen" y, por contraste, me pareció irresistible para alguien que practica las relaciones virtuales. Si habéis conocido a alguien en un chat ya sabréis de qué hablo.

ALGO PARECIDO A LA HISTORIA DE BUSCADOR: Es en esencia el cuento anterior reescrito desde otro punto de vista y de una manera muchísimo más breve. Podría decirse que es su conclusión, por lo que si queréis entender algo, es absolutamente preciso empezar por ¡FELIZ CUMPLEAÑOS!.

DJAN: Con él pretendo explorar el mundo de las relaciones virtuales, igual lo consigo, igual no, igual a ti te ha pasado algo parecido...

JUEGOS DE ORDENADOR: No es de ciencia ficción pero me gusta. En él hablo de una farmacéutica y de un informático. Guadalupe tiene las características de muchos compañeros míos. Es una profesional de la ciencia que desconfía de la tecnología. La usa porque no hay más remedio, pero prefiere el trato humano. Paco soy más yo mismo. Muy curioso, siempre con algún proyecto raro en la cabeza, deja volar su imaginación, le gusta la informática y madura sus ideas en la cama. Yo nunca sería capaz de hacer lo que Paco, pero he sido capaz de imaginarlo. No se si captas la idea.

El cuento lo escribí para presentarlo a un concurso. El premio literario anual de la Asociación de Farmacéuticos de las Artes y las Letras. Era el año 90, el colectivo de farmacéuticos estaba en plena discusión sobre la conveniencia de informatizarse o no. Aunque los dirigentes colegiales estaban convencidos, los "boticarios" tenían sus dudas y los auxiliares de farmacia estaban generalmente en contra. En medio de esta tesitura presenté mi cuento. Decidí impactarles. Creo que me pasé.

Una aclaración: He actualizado ligeramente el cuento para eliminar algunas cosas que se habían quedado obsoletas, pero no cambian en absoluto la filosofía de la historia. Por ejemplo, donde antes hablaba de "redes informáticas" ahora hablo de "Internet" (que en el año 90 no existía tal y como la conocemos hoy).

UN MOMENTO DE IRONÍA: Es un viaje más allá de la conciencia. No sé cómo describirlo mejor. No es muy largo así que preferiblemente lo lees.

ALICIA DESTERRADA DEL PAÍS DE LAS MARAVILLAS: En realidad es la crónica de un hecho que me sucedió hace casi veinte años y que escribí un año después. Entonces estaba estudiando Psicología y trataba a todos mis conocidos como pacientes y con un exceso de empatía. Perdón.

LAS PARAFILIAS, LA FIEBRE Y YO: Es otro de los escritos que recuperé de mi época de estudiante de Psicología, concretamente de los desahogos durante los exámenes. Puede que os parezca algo raro, pero os aseguro que los textos entrecomillados (en amarillo) estaban tal cual en la bibliografía con la que preparaba el tema. No he cambiado ni una coma, no es extraño que entre eso y la fiebre acabase delirando.

HiperVida: Cuando la virtualidad sólo se diferencia de la realidad en que es mejor... ¿qué límites tenemos por delante?.

¡¡¡NINGUNO!!!

viernes, 29 de agosto de 2014

HiperVida

Rheim no había tenido miedo. Pensaba que la conexión sería como tantas veces, pero la verdad es que aún sin sentir nada nuevo, experimentaba una sensación difícil de definir... como de pérdida. Apenas hacía unos minutos que acababa de morir y saber que ya nunca volvería al mundo real se le hacía más difícil de lo que pensaba y eso que llevaba mucho tiempo preparándose para este momento, pero no pudo evitar sentir un escalofrío ante la eternidad que tenía por delante.

Podía considerarse un hombre afortunado, sus ciento tres años de vida material habían sido... entretenidos. Su curiosidad, la mejor de sus cualidades, le había llevado a tocar multitud de campos, personal y profesionalmente, pero cuando hace más de cincuenta años se había interesado por los mundos virtuales, la gente que le conocía le había considerado como un ingenuo o un excéntrico o un fantasioso inmaduro o todas esas cosas a la vez.


Recordaba sus inicios en "Comic Chat" y más adelante en "Second Life", ambas fracasadas por haber nacido antes de tiempo, cuando la tecnología aún no podía respaldar las necesidades que dichas aplicaciones tenían. Además, en una época en la que imperaba la comunicación conceptual tipo Facebook, Twitter o Whatsapp, poco podían hacer los mundos virtuales que requerían mucho mayor esfuerzo por parte de creadores y sobre todo de usuarios.

Pero su perseverancia había sido recompensada. La tecnología informática no tardó en avanzar lo suficiente para conseguir multiplicar la capacidad de almacenamiento de datos y su velocidad de procesamiento. Eso, junto con la aparición de interfaces de usuario adecuadas abrió, ya sin vuelta atrás, la puerta a los mundos virtuales en los que la gente podía experimentar  sensaciones cada vez más parecidas a las del mundo real.

Al principio la historia se repetía con una curiosa precisión y la mayoría de la gente utilizaba estos mundos virtuales como un juego para vivir aventuras fantásticas con un sorprendente realismo o como un entorno social para hacer amigos en todo el mundo y conocer gente con intereses comunes, no siendo infrecuente el encontrar los que aprovechaban ese contexto para tener existencias virtuales que no podían o no se atrevían a plantearse en su vida real.

Pero a medida que las posibilidades tecnológicas avanzaban, también lo hacían los horizontes científicos y profesionales. La sociología, la medicina, la psicología, la ingeniería, la industria y sobre todo el comercio, explotaron todas la posibilidades de la virtualidad con notable éxito, lo que a su vez tuvo el efecto de que cada vez se dedicasen más recursos a la investigación de las ciencias que la hacían posible.

Algunos años después se lanzo "HiperVida", un mundo virtual que proporcionaba experiencias absolutamente reales, salvo por por el hecho de que muchas de ellas serían totalmente imposibles en el mundo en que vivimos, empezando porque tu "alter ego" virtual podía tener la apariencia que tú quisieses y siguiendo por el hecho de que en el mundo virtual no tenían por qué imperar las leyes con las que la física nos atenaza en el real. Las actividades de volar (más bien levitar) y bucear sin la necesidad de ningún equipo, eran de las primeras que practicaban todos los usurarios, además de la múltiples opciones de sexo que jamás pensarían, ni confesarían en la vida real.

Pero después de esa necesaria fase de iniciación te dabas cuenta de que en HiperVida podías nadar en una playa y sentir como el agua te mojaba, las olas movían tu cuerpo, la brisa te refrescaba al salir del agua y la arena caliente quemaba tus pies. Podías escalar una montaña experimentando el cansancio, el frío o el vértigo que sentiría cualquier montañero, pero sin miedo a morir despeñado, porque, aunque cayeses, además del susto inicial, no sufrirías ningún daño.

Esto originó rápidamente la proliferación del turismo virtual mediante el que uno podía ir a cualquier sitio y realizar cualquier actividad sin los costes y los preparativos que suponía hacerlo en la realidad y con la ventaja de que, se pusiesen como se pusiesen los tradicionalistas, la experiencia sensorial era exactamente la misma.

No se tardó mucho en anunciar que ya existía una réplica informática de cada punto conocido del mundo real, que uno podía recorrer, por tierra, mar o aire con muchísima más libertad que el mundo material. Pero evidentemente la cosa no quedó ahí y los amantes de la aventura pronto pudieron explorar cada uno de los cuerpos celestes de nuestro sistema solar y otros aún no conocidos pero sí imaginados. También se recrearon algunos clásicos de la ciencia ficción y la fantasía.  Gracias a las sugerencias de Rheim, entre otros, se podía explorar el universo de Stargate a través de un sin fin de puertas estelares, llegar hasta donde el hombre nunca había estado jamás en la nave Enterprise, recorrer cada uno de los Siete Reinos hasta más allá del Muro o del Mar Angosto, aventurarse por la Tierra Media y si te atrevías también por Mordor.

Por fin, cualquier lugar que existiese se podría recrear en el universo virtual y si no existía también, bastaba que pudiese ser imaginado. Y por fin la tecnología permitía que esa experiencia no sólo fuese creíble, sino que fuese real.

Rheim no tenía muchos conocimientos informáticos, pero tenía una larga experiencia en ciencia ficción y en mundos virtuales desde su inicio. Estando ya jubilado la empresa HiperVida.SL solicitó sus servicios como asesor. Le fueron enseñando versiones beta del programa y los prototipos experimentales de las interfaces de usuario. La experiencia fue sobrecogedora. La primera vez que lo probó no se lo podía creer. Era lo que había esperado durante años.

De manera entusiástica, con avidez y profusión les fue contando todas las posibles ideas que se le ocurrían para hacer en ese nuevo entorno. Algunas fueron recibidas con reticencia, pero su carácter persistente e inasequible al desánimo consiguió que muchas de ellas fuesen probadas. Así, su proyecto de recrear los clásicos de la fantasía y la ciencia ficción pronto demostró ser un éxito, aunque los principales creativos de la empresa consideraban que esas historias estaban desfasadas.

Pero otro de sus proyectos parecía encontrarse con una resistencia insalvable. HiperVida era ideal para interactuar con otros usuarios que estaban conectados en tiempo real, pero determinados servicios, como los de información de las diferentes administraciones o los de atención al cliente de muchas empresas eran atendidos por sistemas automáticos de respuesta. En realidad unos complejos sistemas de inteligencia artificial que podían relacionarse con los usuarios de manera "casi" humana, pero ese casi era un problema importante para Rheim. Y lo mismo pasaba con los elementos robotizados de determinados juegos. El problema era el mismo, eran poco imaginativos y resultaban predecibles.

La solución que proponía era sencilla, al menos en teoría. Se trataba de pasar todo el contenido cerebral, en realidad mental, de una persona experta al servidor encargado de ese sistema de respuestas o de ese elemento del juego. Así ese sistema informático tendría toda la iniciativa y espontaneidad de la persona que había aportado todos sus conocimientos.

La empresa ponía fundamentalmente dos pegas. Primero, por mucho que se había avanzado en los últimos años, aún no se había diseñado un sistema, económicamente viable, capaz de contener la intrincada maraña de datos, relaciones y capacidad de procesamiento de una persona adulta e inteligente. Sobre todo teniendo en cuenta que se requerirían muchísimos de esos sistemas. Y segundo, aunque ello fuese factible se planteaba un grave problema ético. Eso suponía hacer la copia de la mente de una persona y encerrarla en un ordenador. Sus conocimientos, sus recuerdos, sus aspiraciones y sus emociones.

Un avispado abogado de HiperVida había advertido: "No podemos encerrar el alma de una persona en un disco duro sin pensar en el peligro que corremos de ser acusados de secuestro".

Estos argumentos no arredraron a Rheim, al contrario, favorecieron su determinación con insospechado ímpetu. Puede que no tuviese los suficientes conocimientos informáticos para acelerar el desarrollo de un sistema capaz de contener la mente de una persona, pero sí los contactos adecuados con gente que podía destinar los recursos adecuados para que ello sucediese.

Respecto al alma... bueno, no había pensado en ello, por lo menos en esos términos, pero reconocía una buena idea cuando pasaba por delante de sus narices. Esa idea le recordó un cuento que había leído tiempo atrás, "El Observador". Y de hecho tomó entonces el nombre de su protagonista para hacer distintas investigaciones por Internet.

Al poco tiempo tenía todo el proyecto preparado. El más ambicioso que había hecho nunca, quizás el más ambicioso que nunca había afrontado la Humanidad, pero en comparación a lo que se podía conseguir resultaba pasmosamente simple. Tanto es así que sus jefes, cuando se percataron de que hablaba en serio, empezaron a prestarle atención y se empezaron a entusiasmar cuando se dieron cuenta de que podía ser viable.

Rheim, para entonces insistía en que todos le llamasen así, ya tenía una edad avanzada y se tomó todo el proyecto como un reto personal, además de una carrera contra el tiempo, pero la verdad es que tenían todo bastante adelantado y por lo menos su prototipo estuvo listo cuando lo necesitó.

Se produjo el volcado de todo su contenido cerebral, haciendo una especie de copia de seguridad de su mente en el sistema informático. A partir de ahora había un segundo Rheim virtual, tan listo o tan tonto como el primero, con sus conocimientos, sus recuerdos, sus emociones, sus aficiones y sus manías.

Pero esa copia aún no iba a ser utilizada. Cuando se comprobó que todo estaba correcto se almacenó y lo único que había que hacer era ir actualizándola todos los días para que siempre fuese una copia idéntica de la original. El proceso era sencillo y al principio Rheim se lo tomó con una disciplina casi obsesiva, conectándose al equipo cada vez que tenía una experiencia o realizaba una actividad que quería conservar, pero al poco tiempo se relajó, dándose cuenta de que realmente no tenía ninguna urgencia en actualizar su yo virtual y que lo importante era verificar simplemente que el sistema funcionaba correctamente.

El tiempo pasó más rápidamente de lo que le hubiese gustado y en el 2057 celebró su centésimo cumpleaños. Para él fue un gran acontecimiento. Todo el mundo estuvo de acuerdo en que se conservaba muy bien para su edad y era una gran alegría verle en plenitud de facultades. Sin embargo él sabía que no era así. Hacía dos semanas que no podía hacer el volcado de sus datos mentales a su "copia de seguridad".  Bueno, en realidad sí podía, pero los especialistas le habían advertido que cada copia sería de "peor calidad" que la anterior. Eso significaba que su cerebro se estaba degradando. No era nada preocupante, ni siquiera un indicio de demencia senil, pero puestos a guardar un duplicado mental, era preferible no sustituir las copias anteriores que de hecho eran más fiables. Ahora bastaba con ir añadiendo las experiencias diarias para ir completando su biografía, pero como estructura de su "base de datos" eran mejor las anteriores.

Los neurólogos le habían asegurado que era un proceso absolutamente normal y que no tenía que darle importancia, pero Rheim no podía ocultar su decepción. Fue perdiendo interés por su vida real, máxime cuando el proyecto que había estado desarrollando para HiperVida estaba prácticamente terminado, por lo menos en la parte que a él le concernía.

Poco a poco se fue apagando hasta que un día sintió que había llegado el final. Fue como un agotamiento repentino que percibió acompañado de una leve taquicardia y una creciente dificultad para respirar. Antes de sentir el primer pinchazo en el pecho se conectó al sistema para grabar los que sabía que eran sus últimos momentos. Anuló la llamada automática a urgencias pues no quería que lo salvasen y se dedicó a repasar si había algo que le quedase por hacer. Y así, sumido en sus pensamientos, se apagó.

En realidad fue como un reseteo. El sistema informático se había reiniciado automáticamente y el nuevo Rheim se encendió. No había tenido miedo. Pensaba que la conexión sería como tantas veces, pero la verdad es que aún sin sentir nada nuevo, experimentaba una sensación difícil de definir... como de pérdida. Apenas hacía unos minutos que acababa de morir y saber que ya nunca volvería al mundo real se le hacía más difícil de lo que pensaba y eso que llevaba mucho tiempo preparándose para este momento, pero no pudo evitar sentir un escalofrío ante la eternidad que tenía por delante.

Después de la impresión inicial tenía que reconocer que hace tiempo que no se sentía tan bien. Sabía que todos sus recuerdos y conocimientos estaban disponibles al instante. Lucidez era la palabra que mejor describía su estado actual y físicamente, era curioso emplear esa palabra, la sensación era de bienestar.

Su nuevo "yo" apareció en su despacho virtual de HiperVida. Estaba así planeado. Allí podría planificar mejor su nueva existencia. Y también allí fueron apareciendo, a medida que se iban conectando, los directivos de la empresa. No sabían muy bien qué decir. Se les notaba tensos. Dudaban entre darle el pésame por su muerte o felicitarle por su nacimiento, pero en el fondo lo que les interesaba era la nueva fase del experimento que se iniciaba ahora.

Le informaron de que todos los preparativos se habían concluido satisfactoriamente y los dispositivos funcionaban como estaba previsto. Su yo virtual se había iniciado automáticamente cuando había dejado de funcionar el real. Las copias de su mente  estaban perfectamente adaptadas a su sistema y actualizadas con los últimos datos biográficos. A partir de ahora tenía todos los mundos de HiperVida a su disposición. Podría recorrerlos como y cuando quisiera, interaccionando con todos los usuarios conectados que quisiera y desde luego contaban con él para ir avanzando con el proyecto. De hecho, que él se sintiese bien era algo fundamental para el futuro del mismo.

Se habían hecho muchas cosas, pero aún quedaba mucho por hacer. Una vez que se demostrase la funcionalidad, había que conseguir aumentar la capacidad del sistema hasta asegurar que pudiese almacenar billones de copias mentales durante un periodo indeterminado de tiempo, bueno, tan indeterminado como toda la eternidad, porque de eso se trataba, de ofrecer a todas las personas que lo deseasen la posibilidad de almacenar su mente y que al morir su cuerpo, su alma quedase viviendo en un mundo virtual con todo el potencial que ello suponía.

Rheim era la prueba de que lo que la humanidad había anhelado desde siempre podía ser conseguido, de que la muerte era sólo una transición a una existencia sin las ataduras del mundo material, de que el alma era un concepto objetivo y su desarrollo no tendría límites.

Había mucho aún por hacer y en gran parte dependía de él. Pronto tendría que ponerse a la tarea, pero no hoy. Hoy era el día de su nacimiento y tenía todo un universo por explorar. Estaba feliz y así emprendió su búsqueda, sabiendo que tenía toda la eternidad ante sí.



FIN

viernes, 18 de abril de 2014

Las parafilias, la fiebre y yo

Ha sido muy bonito ver las playas de Mallorca nevadas, pero la traicionera ola de frío me ha sumido en una gripe de libro, a la que no le falta ninguno de los síntomas típicos, y en unas fechas particularmente inoportunas, en plena época de exámenes. Así que estudio cuando las aspirinas consiguen bajar la fiebre y la congestión general.

Allí estaba, intentando concentrarme en mi próximo examen cuando leo:

El voyeur no está, por lo general, casado, si se compara con otros delitos sexuales”.

Me levanto de un salto y voy corriendo a ver a mi mujer. La pobre está tranquila sin imaginar nada. No sé cómo decírselo. Al final me decido:

"Aquí dice que el estar casado es un delito sexual".

Ella lee el párrafo que le señalo y me besa la frente. Es su manera tierna de comprobar mi temperatura.

"Cariño -me dice-, creo que deberías volver a la cama".

"¡Que no! -insisto-. Algo pasa con las comas, pero ahí dice que el matrimonio es delito".

Quizás las parafilias no era el mejor tema para estudiar en mi estado, pero soy muy sistemático, estaba preparando la asignatura de psicopatología y ese era el tema que tocaba.

Bebo un vaso de agua y procuro seguir concentrado en lo mío. Algo más adelante me encuentro otra lindeza:

Rachman y Hodgson en un experimento ingenioso de condicionamiento, en el que utilizaron como estímulos condicionados botas de mujer y como estímulos incondicionales desnudos femeninos, fueron capaces de convertir en fetichista a toda una serie de sujetos heterosexuales normales”.

Esta vez fue mi mujer la que vino corriendo cuando me oyó gritar: "¡La madre que los parió al Rachman y al otro!".

Pero sigo leyendo:

Algunos han criticado los resultados de este experimento, aduciendo la existencia de una preparación biológica al desarrollo de este tipo de asociaciones con estímulos de cuero (por lo que de piel tienen)”.

¡Dios mío!, estos dos va a Ubrique y ponen a toda la población en cuarentena. ¡Allí todos trabajan en cueros!.

Otro parrafito. Éste sobre tratamiento de exhibicionistas:

Tras analizar el tipo de mujeres que idealmente desencadenan su deseo exhibicionista, hemos recabado la colaboración de estudiantes que reúnen estas características, hemos animado al exhibicionista a completar su exhibición y a “aguantar el tipo” en su presencia.

Nuestras voluntarias has sido instruidas a reaccionar de la manera que sabemos es más temida por nuestro cliente, realizando comentarios despectivos del estilo:

-        ¿Dónde vas con eso…?.

-        ¡La de mi novio tendrías que haber visto tú…!.

-        ¿Crees tú que alguna mujer se va a fijar en esa porquería tuya?.

-        ¡No insultes la inteligencia y el buen gusto de las mujeres con semejante pingajo…!”.

Me gustan los tratamientos imaginativos. Éste parece efectivo para el exhibicionismo, ¡lo que me quedan dudas es respecto a la depresión posterior!.

Pero no penséis que sólo he sacado ciencia de este tema. También me ha proporcionado interesantes perspectivas para el desarrollo profesional futuro:

Uno de mis usuarios se excitaba mirando a mujeres que tendían la ropa en un balcón, espiando sus piernas por debajo de la bata de andar por casa”.

No dudo de que el párrafo os ha impactado tanto como a mí. Pero yo no sabía muy bien por qué. En mi estado me parecía normal que el buen hombre se erotizase mirando a su vecina con la bata de boatiné, los rulos, las chanclas y los calcetines de lana caídos en los tobillos.

Pero no. Tras una segunda lectura caí en que lo que me llamaba la atención era el término "usuario", no paciente, ni cliente. Usuario. Inmediatamente se me ocurrió inundar Palma de octavillas con el siguiente texto:

"Su psicólogo a su servicio. Si se encuentra mal úseme, aunque sea un poquito".

Al oír esto, mi mujer sacó unas fuerzas que ignoraba que tenía y me llevó en volandas a la cama. Luego me trajo una aspirina con un carajillo de Amazonas y hoy ya estoy algo mejor, pero os juro que no me he inventado nada de lo que os he contado, a buen seguro algún otro estudiante de Psicología lo habrá reconocido en sus textos.

Suerte en los exámenes. Yo me temo que la voy a necesitar.


FIN


Aclaración: Amazona (aunque todo el mundo lo conoce como “Amazonas”) es un ron dulce que se fabrica en Mallorca, ideal para carajillos, de los que llevo años investigando las propiedades curativas. Ya os contaré.


Alicia desterrada del país de las maravillas

Quizás es que no quiero separar la virtualidad de la realidad, quizás es que no sé hacerlo, quizás es que no se puede hacer. Pero el caso es que un buen día se me vino el mundo encima y la virtualidad me hizo derramar lágrimas de frustración, auténticas y saladas.

Conocí a "Prozac" en la red, concretamente en Comic Chat. Era una chica salvadoreña que aparecía como un personaje con el rostro cubierto por una bolsa de papel y yo con un avatar de extraterrestre, de nick "Rheim".

A los dos nos gustaba la ciencia ficción y ella estaba emocionada con mi página. Cuando hablábamos  podía imaginarla 
mirándome con los ojos muy abiertos y dando emocionados saltitos a mi alrededor. Su actitud me halagaba, pero si me sentí superior fue un espejismo, un error. Ella simplemente me demostraba su admiración, con la naturalidad que sólo a los muy inteligentes les sobra cuando se ponen a la altura de los demás, para hablar sin hacerles quedar mal.

Prozac se interesó por mis cuentos y, como quién no quiere la cosa, me mandó alguno de los suyos para que le expresase sinceramente mi opinión. Mi opinión es que eran excelentes, fuertes, con garra, escritos en un estilo audaz y vivo, en el que el retrato de los personajes sobrepasaba el desarrollo de la historia.

Un día uno encendió todas mi alarmas. En él, la protagonista, siempre ella, mantenía una lucha feroz entre sus dos personalidades, una que tenía los rasgos que quería y  otra los que odiaba. Al final una mataba a la otra de una manera casi ritual, en lo que de hecho era un suicidio en el que morían las dos. En aquella historia se mezclaban psicotropos, alucinógenos y alcohol con la destreza del que está muy acostumbrado a manejarlos. Recordé una conversación anterior:

- “¿Por qué has elegido ese nick?”.

- “Porque el Prozac es lo que me mantiene atada a la vida”.

Entonces no lo valoré. ¡Qué ironía!, ¿cómo puede dar alguien tanta importancia a la fluoxetina?, un inhibidor de la recaptación de serotonina, neurotransmisor que nos hace sentirnos felices y que parece que nunca está cuando lo necesitamos. Neurotransmisor que el Prozac mima para que no se destruya y podamos sonreír.

Mi amiga asumía su dependencia del Prozac al mismo tiempo que asumía su dependencia de la red. Las dos cosas le ayudaban a olvidar una realidad dura y estresante.

No me considero un mojigato, pero no me avergüenzo de las cosas que me asustan y creo que estoy obligado con mis amigos, así que se lo dije:

- “Como farmacéutico me dan miedo los medicamentos y como aprendiz de psicólogo me dan miedo los psiquiatras. Haz lo que quieras pero te ruego que tengas cuidado”.

Lo esperaba, se enfadó conmigo.

- "Bastante desgracia tengo yo con ser así. No necesito un loquero más, solo un amigo".

- “Como amigo no podía actuar de otra manera. Si te lo he dicho es porque me importas”.

Bueno, la dialéctica os la imagináis y el resultado posterior también. Las relaciones se enfriaron hasta casi desaparecer. Hasta que un día me escribió este correo:


De: Prozac
Para: Rheim
Fecha: jueves 12 de marzo de 1998 2:46
Asunto: Alicia desterrada del país de las maravillas...


Ayer estaba a punto de tirar la toalla.

Porque me desesperé en la oficina.  Porque grité.  Pataleé.  Me enfurecí. Me encachimbé.  Me arreché.  Quería abandonar el país. Quería renunciar. Tirar la toalla.  Y todo porque un pinche ejecutivo de cuentas me bailó la paciencia.  Odio que estos tipos hagan caso omiso de mis recomendaciones y que siempre quieran hacer exactamente lo que el cliente quiere (eso casi siempre significa que hay que hacer mierda... y una de mis reglas para el trabajo es "si el cliente quiere mierda, mierda tendrá").  Pero como yo no ando con paciencia al máximo para aguantar pendejadas, perdí el control.

Agarré las llaves de mi jeep y arranqué... claro, iba puteando a todo aquel que se atreviera a atravesarse en mi camino.  Pero al rato ya me había calmado (el rato fue casi una hora).  Entonces fui al Café a revisar mi correo.  Y de repente, me di cuenta de que era Alicia.  Alicia desterrada del país de las maravillas.  Alicia viviendo desesperada, enfrentándose cada día al azar.

Que Alicia ha tenido que volver, para sentirse más desubicada que nunca. 

Que detrás del espejo, Alicia se encuentra sola.

Que el conejito del país de las maravillas ya no fastidia con lo del tiempo sino con el reloj de llegada a la oficina.

Que a Alicia ya no le importa que la reina quiera que le corten la cabeza porque su cabeza está siempre en otra parte.

Que Alicia sigue buscando el espejo, pero no para cruzarlo, sino para volverlo añicos, quedándose del otro lado.

Que Alicia ya no es una niña, sino una adulta (¿adultera?).

Que el vestidito infantil de Alicia es ahora uno muy corto, negro y descotado.

Que las mediecitas blancas ahora son negras, con una vena perfecta atrás. Que las zapatillas de Alicia, ahora tienen tacones.

Que ahora Alicia se tiñe el pelo de negro.  Y se pinta la boca de rojo cortesana. Y escribe cuentos de ficción.

Que Alicia tiene un hijo y está separada del marido.

Que a Humpty Dumpty lo lleva Alicia por dentro y que lo lleva roto en pedacitos, en lugar de corazón.

Que Alicia perdió la virginidad a los 22 años.

Que Alicia nunca tuvo un anillo de matrimonio.

Que Alicia tiene un psiquiatra más parecido al gato de la historia original que a un verdadero curador de mentes.

Que Alicia juega con las cartas, pero para que le hablen de su futuro.

Que Alicia no es ya más una esquizofrénica sino una depresiva.

Que Alicia no sólo terminó la primaria sino que tuvo huevos de llegar a la universidad.

Que Alicia lee historias de terror.

Que Alicia ve películas triple X.

Que adora volver a ver "Seven".

Que "Crash" le parece una joya del séptimo arte.

Que Alicia se muere de ganas de ser la protagonista de "Natural born killers".

Que escucha a Marilyn Manson.

Que Alicia se derrite en sueños por convertirse en una suicida famosa.

Que siempre soñó en tener una aventura con el cantante de INXS.

Que Alicia vió a U2 en un concierto y tuvo orgasmos múltiples de solo pensar en Bono, sudando bajo un Warhol.

Que Alicia tiene otro tipo de "viajes".

Que Alicia nunca aprendió a volar que, quizás por eso odia los aviones.

Que se le enfrió la pasión.

Que Alicia ya encontró el país de las maravillas y que algún loco se lo arrebató y por eso busca desesperadamente cambiar de realidad.

Que Alicia ya no vive mas.


DO YOU YAHOO!?
Get your free @yahoo.com address at http://mail.yahoo.com


Es difícil explicar lo que sentí. Frustración, ira, impotencia, compasión, dolor, miedo, miedo, miedo... ¿Lo habrá hecho?, ¿habrá sido capaz de hacer realidad su historia?, ¿me lo cuenta a mí porque sabe que lo entenderé?, ¿me está pidiendo ayuda?, ¿y si me equivoco y la hundo más?. En definitiva… ¿sigue viva todavía?.

No contesta mis correos, no tengo un teléfono, no conozco a otros amigos suyos, no sé a quién acudir, no tengo tiempo...

Al final contesta a este mail: “Sabes que puedes contar con mi cariño y amistad. Enfádate conmigo si quieres, pero déjame ayudarte”.

Respuesta: “Gracias, ya me has ayudado bastante, te has preocupado por mí que es más que lo que han hecho los que están a mi alrededor. No te preocupes, me gusta acariciar la idea del suicidio, me hace sentirme dueña de mi propia vida”.

Sigue viva. Una pausa en la que ni siquiera me dio tiempo a saborear mi triunfo. Al poco tiempo recibo un nuevo mail sin texto, sólo tres fotos y un título: “Para que no me olvides”.

Contesto: “No puedo olvidarte, no sé hacerlo”.

No hay respuesta. Al final comprendo. Alicia es ella viviendo una existencia ficticia al otro lado del espejo, la pantalla del ordenador, la red. Alicia no soporta volver cada día a la existencia real. Mi amiga terminó con los sufrimientos de Alicia de una manera tajante y definitiva, sin opción de vuelta atrás.

En mis momentos optimistas me gusta pensar que ahora mi amiga lleva una existencia real con sus alegrías y sus sinsabores, sus esperanzas y sus
frustraciones. Que se pelea con sus jefes y saca adelante sus proyectos de diseño publicitario. Que consiguió la custodia de su hijo y que por fin se fijó en ella el rubio sueco que tanto le gustaba. Que, en definitiva, tiene una existencia tan real como se merece.

Pero nunca lo sabré, nunca obtendré ese pequeño consuelo moral. Para ella yo estaba también al otro lado del espejo y al morir Alicia yo también dejé de existir.

Hace casi un año de esto. Hace casi un año que me asusto cuando veo a alguien dependiendo de Internet, que repito "ten cuidado", "haz lo que quieras con el ordenador, pero nunca olvides de qué lado estás". Y algunos no me entienden y otros se ríen de mis miedos.

Al final la red me quita los amigos que la red me dió. Justicia cibernética que nunca asimilaré.

Perdonad, se ve que hoy no es mi día. ¿A alguien le sobra un poco de serotonina?. ¿Tendrá razón Prozac?. ¿Será todo cuestión de química?.



FIN


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